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sábado, 18 de julio de 2020

El empresario desvirginador de jóvenes atléticos

Me llamo Horacio Bustamante y soy, digamos, manager de talentos deportivos que es mi especialidad en la ciudad de Colombia. Soy venezolano de nacimiento pero hace algunos años, por la situación de mi país, me vine para el país hermano donde se me han abierto las puertas para los negocios. Claro que cuando hay platica (dinero) de por medio todo se puede. Soy de familia económicamente solvente pero aquí me he expandido más. No soy el típico tipo apuesto o de buen cuerpo, todo lo contrario, soy gordo, bajo, moreno, cachetón con papada, una barbita de candado. Tengo 44 años y digamos que nadie voltearía a mirarme, pero como dije antes, el billete lo mueve todo; billete mata a galán, como decimos en mi país.

Sucedió que una tarde me llama por teléfono un amigo mío que quería impulsar la carrera de fitness de su hijo que ya rondaba los 20 años y había comenzado a los 17 en el culturismo. Mi amigo se llama Genaro y su hijo Hernán. Yo imagine que si Hernán llevaba casi tres años en el gimnasio debía tener un cuerpo fabuloso. Le respondí que si, que no veía ningún problema en ayudarlo pero que quería verlo para apreciar su potencial pues no lo veía desde que tenía 16 años.

Sexo con los ojos vendados



Salí de trabajar a las 2 de la madrugada, era un sábado fresco, encendí mi camioneta y antes de irme a casa me conecté a mi página favorita para ligar, esperaba poder encontrar a algún chico en línea de los muchos con quienes había tenido sexo ya.

Me llegó un mensaje acompañado de una foto de un chico mostrando su cuerpo desnudo desde el cuello hasta las piernas, estaba de perfil y erecto, lucia muy buenas nalgas y un pene grueso y de muy buen tamaño que apuntaba hacia arriba, me preguntaba si tenía algún plan para esa noche y antes de responder fui a ver su perfil, ahí decía que buscaba alguien que lo esperara desnudo, rostro abajo y culo arriba, con los ojos vendados. Decía que tenía 21 años y que era súper discreto por lo cual prefería tener el encuentro en el lugar del hombre con el cual iba a tener sexo.