sábado, 18 de julio de 2020

Un baño de leche

No puedo decir que tenga una mente reprimida. Tampoco que sea convencional sexualmente. Pero hacía menos de tres meses que había salido de una relación de más de 13 años. Ni que decir tiene que eso pasa factura a nivel de relacionarse y experimentar. Si es cierto que de vez en cuando solíamos hacer tríos, aunque en la gran mayoría de ocasiones resultaban algo decepcionantes. Teniendo en cuenta que la complicidad sexual entre mi pareja y yo era inigualable, no era fácil que un extraño se uniese al juego en igualdad de condiciones y más teniendo en cuenta que siempre lo hacíamos en nuestra casa, lo que añadía para el invitado el problema de no encontrarse en un ambiente conocido para él.

No en la relación, pero si en el ámbito sexual habíamos asumido un rol cada uno. Nos gustaba el juego de la sumisión. Yo era el amo y el mi sumiso. Lo pasábamos en grande realmente.

Una sola vez fuimos a un sex shop para meternos en el cuarto oscuro. Aunque terminamos follándonos entre otro y yo a mi marido, la sensación que tuve fue muy desagradable. Era muy lúgubre, poco higiénico y realmente cutre.

Desde que nos separamos mis relaciones sexuales podría definirlas como lamentables. Rara vez conseguía contactar con muchos que me dieran morbo y si alguno lo hacía luego me sentía decepcionado. Por decirlo claramente. Eran unos polvos de lo más pobres.

Hecha esta pequeña introducción paso a relatar lo que para mí fue una de las experiencias sexuales más excitantes e inesperadas que he tenido hasta ahora.

El día en cuestión yo había ido a Barcelona por temas de trabajo. Mis reuniones terminaron antes de lo previsto y a medio día ya estaba listo. En vez de volverme a casa decidí ir a pasar la tarde al Ensanche. Era una buena oportunidad para poder follar con alguien que ya no tuviese más que visto en mi zona en todas las aplicaciones en las que tenía perfil. Mientras comía en restaurante las abrí todas para ver todos los que estuvieran cerca con la esperanza de echar un buen polvo. Más de lo mismo. “Hoy no puedo”, “no tengo sitio”, “hasta la noche no puedo”, etc. etc. Como tampoco la mañana había sido lo gratificante que habría deseado decidí no perder el tiempo e irme a casa. De camino a buscar el coche pase por delante de un local que me llamo la atención. Soy bastante directo para ligar online pero muy torpe y tímido para hacerlo en persona. Di por hecho que sería una sala sinuosa y poco estimulante para mí. Además pensé que encontraría mucha gente mayor. Aclaro que me suelen gustar más jóvenes que yo. Solo entrar pude darme cuenta que no tenía nada que ver con lo que había imaginado. Era un local amplio y a simple vista ideal además de limpio. Luego pude ver que además de la zona para sexo explícito había otras opciones como bar, tienda, sala ciber, y por supuesto una amplia zona de cabinas y cruising.

Evito describir los detalles de mi entrada ya que hacía tiempo que no pasaba tanta vergüenza. Lo resumo diciendo que me sentí totalmente observado y eso no me gustaba nada. Decidí ir al bar y pedirme una cerveza. Ya solo tenía dos opciones. Terminármela e irme o explorar el local. Afortunadamente opte por lo segundo. Había más tíos jóvenes de los que habría podido imaginar. Algunos tenían unos cuerpazos de infarto. La verdad es que me excite pensando que tal vez encontraría a alguno algo sumiso que yo le gustase. No tarde en fijarme en uno que no dejaba de mirarme claramente invitándome a acercarme a él. Guapo, definido, bronceado, buen culo y por lo que se podía intuir buen paquete. No me lo pensé más. Ahí estaba mi polvo y yo estaba dispuesto a partirle el culo. Me fui hacia él.

Yo: ¿Qué tal?

El: Bien, aquí esperando que llegara uno como tú. - Me dio subidón.

Yo: ¿Ah sí?, pues para que vamos a esperar. Vamos a una cabina.

Se dirigió a entrar en una de ellas y yo le seguí. Diosss! Tenía un culo perfecto. Me lo quería follar a saco. Entramos y se giró. Al llegar a él directamente me puso la mano en el paquete para palparme la polla que evidentemente ya tenía empalmada. Yo hice lo mismo con él. Si la mía estaba dura la sura era puro acero, y por lo que palpe, de una medida considerable. Sin duda quería ir al grano porque rápidamente se desato el cinturón y se bajó el pantalón. No había duda. Tenía un rabo que te cagas. Grande, grueso y un capullo bien gordo. Yo hice lo mismo con la intención de ponerlo chupar mi polla de inmediato. Claramente me equivoque en mi propósito.

Sin darme cuenta apenas me agarro de los hombros y me puso de rodillas. En décimas de segundo era yo el que tenía su polla en mi boca hasta los huevos. Me dio una arcada pero no pareció importarle lo más mínimo. Empezó a follármela metiéndome su pollaza hasta la garganta una y otra vez. Yo no podía reaccionar. -Venga traga polla. Me gustan los papis bien putas como tú- dijo. Me excito tanto oír eso que puse sus manos en su culo para hacerlo empujar más fuerte aún. Ufff. Era un culo duro. Lo atraje con fuerza hacia mí para k me la metiera a saco. En un momento pase de ser Amo durante largo tiempo a ser la puta. No me importo. Es más, me encantó la idea.

Se sentó al filo de una silla y me dijo – ¡Ven aquí zorra. Sigue comiéndome la polla!- Estuve encantado de obedecerle. Me puse de rodillas en el suelo y me puse a mamar como un loco.

No tarde en sentir que alguien empezaba a acariciarme el culo. Entonces recordé que no habíamos cerrado la puerta. La verdad que no me importo, más bien me puso aún mucho más cachondo. Las manos que me acariciaban las nalgas de pronto se aferraron fuerte. Me levantaron el culo. Note como el tío me escupía en el culo. Empezó a refregarme su saliva con un dedo a la vez que lo iba metiendo y sacando. De repente lo que estaba entrando en mi culo ya no era su dedo, era su polla. Apenas había dilatado y el muy cabrón empujo hasta que note su pubis golpear contra mis nalgas. Al mismo tiempo el chico que se la estaba mamando me agarro la cabeza presionando fuerte para metérmela entera en la boca. Luego los dos empezaron a follarme fuerte, el culo me dolía pero resistirme habría sido inútil. Estaba siendo empalado por dos pollas hasta el punto que casi habrían podido tocarse esos dos rabos dentro de mí. Note que el chico que me estaba dando de mamar hacia un gesto con la mano como invitando a entrar más gente a la cabina. – Ya están aquí mis amigos. Ahora vas a ser la puta de todos cabrón- Joder. No sabía cuantos más había. Francamente me importaba una mierda. Estaba disfrutando como pocas veces.

Pasado un rato, la polla que me empalaba por el culo salió y dejo paso a otra que note mucho más grande. Igualmente me la clavo de un solo golpe, y sin mediar empezó a sacudirme pollazos reventándome el culo. Después ya no pude distinguir los tamaños de los rabos que me petaron. Incluso llegaron a meterme dos a la vez. Podía oír a los demás que esperaban su turno susurrar. No podía entenderlo todo pero si algunas cosas como “joder que follada tiene el cabrón”, “lo voy a destrozar a pollazos” y más cosas por el estilo. Entonces el chico que me estaba insertando la polla en la garganta dijo: - ¡Venga chicos. Vamos a petar bien a mi puta. Quiero que la preñéis todos. La boca y el culo, donde os saga de los cojones. Vamos a dejarla bien rellena de leche!-.

Valla si lo hicieron. Me follaron uno tras otro turnándose mi culo y mi boca. Serían 7 u 8 al menos, no podría decirlo. Cuando alguno de ellos soltaba sus chorros de lefa en mi boca oía decir al que hacía de Amo: -Venga, ahora tu métesela en la boca que se tenga que tragar la leche-. Y así era. Trague tanta lefa que podría haber llenado un vaso. Lo mismo puedo decir de mi culo, de lo preñado que me lo dejaron a cada empotrada que me metían sentía la leche salir y resbalar por mis muslos. No sé ni cuánto tiempo estuvieron follándome, ni cuantas veces me preño cada uno.

Cuando todos habían terminado, y añado que más de una vez fueron saliendo. Al final nos quedamos solos el chico y yo.

El: ¡Te lo has pasado bien eh!

Yo: Joder sí. Pero me duele hasta el pelo.

El: jajaja. Normal, te hemos dado polla por todos lados cabrón.

Yo: Ya ves.

El: Pero has disfrutado, se te notaba.

Yo: ¿Si?. ¿Tanto se me notaba?

El: Osti si has disfrutado tío, creí que nos echarían de tanto que gemías.

Yo: Ufff, lo siento.

El: No que va. Al contrario. Eso me ponía más cerdo.

Yo: Nunca había hecho esto. Pero me ha encantado.

El. ¿Quieres más?

Dude. Por un lado no tenía problema, ya puesto estaría bien. Supongo que ocasiones así se dan pocas en la vida. Pero por otro no me veía capaz. Supongo que ya en frio, si ahora me metían una sola polla más me retorcería de dolor. Muy a mi pesar decline decliné el ofrecimiento.

Yo: jejeje. Creo que no, ha estado genial pero creo que no aguantaría.

El: ¿Estás seguro? Yo creo que sí.

Yo: No de verdad. Me iré ya para casa. Otro día tal vez sí. Si quieres dejarme tu teléfono cuando venga te aviso.

El: Bueno si, pero me sabe mal que te marches. Vente conmigo a casa si quieres y tomamos algo. Así te puedes dar una ducha y luego ya te vas cuando quieras.

La idea me pareció tentadora. Y como no, mi jodida regla de conducta me lo hacía cuestionar. ¿Cómo voy a ir a su casa si no lo conozco de nada? Por otro lado pensaba que no había diferencia alguna en quedar con cualquier otro y hacerlo en su casa. Era igualmente un desconocido y hasta ahora no había tenido problema en eso. A fin de cuentas este está que te cagas de bueno y ya me había follado y bien. Al final me decidí y acepte su invitación. Los dos nos vestimos y salimos del local.

Por lo visto vivía a dos manzanas de donde estábamos por lo que me dijo de dejar el coche donde lo tenía. Era mejor ir a pie. Justo cuando salimos cogió su teléfono y me dijo – Espera un momento porfa- Se alejó y hablo con alguien. No preste atención a su conversación la vedad. Tampoco me importaba. Solo pude oír como se despedía. –Vale, pues ahora iremos. ¿45 minutos vale? Venga hasta ahora.- Colgó.

El: Vamos primero a tomar algo. No he cogido las llaves del piso y mi compañero no está en casa. Hacemos un poco de tiempo.

Yo: Ah. ¿Pero no vives solo?

El: No que va. Son muy caros los alquileres. No me lo puedo permitir desgraciadamente. Ojala. Pero no te preocupes. Él es muy hetero pero buen tío. No se mete en mi vida. Ya está acostumbrado a que lleve gente a casa. El lleva más tías que yo tíos el muy cabrón.- soltó una carcajada- Estoy hasta los cojones de oírlas gemir a las muy zorras. Se las debe petar bien.

Fuimos a una cafetería que había debajo de su edificio. Tomamos un café mientras hablábamos de cosas banales realmente. Más de mí que de él realmente. Pasado un rato miro el reloj y me dijo que su amigo ya estaría en casa. Pagamos y fuimos a su casa. Llamo al timbre y abrió su amigo. Me lo presentó y después fuimos directamente a su habitación que estaba justo a la derecha de la entrada. Me saco una toalla y enseño donde estaba el baño. Era justo la puerta de al lado. –Te espero en la habitación- me dijo. – Sal con la toalla mejor y luego te vistes, así estarás más cómodo. Diez minutos después regrese a su habitación con la toalla anudada a mi cintura.

El: ¿Mejor?

Yo: Pues si mejor la verdad.

El: Guay. Vamos a tomar una cerveza al comedor.

Yo: Pero espera que me visto. Estará tu amigo.

El: Ah, no te preocupes. Se ha ido. No volverá hasta la noche ya.

Salió de la habitación y yo le seguí por el pasillo hasta el salón. Cuando entre me quedé como petrificado. Me había mentido. Su amigo no se había ido, es más, había dos tíos más sentados en el sofá. Los tres de frente mío. Y los tres desnudos con sus pollas en la mano a cual más grande. Se me puso dura casi al instante y empezó a abultar la toalla. El chico se vino hacia mi y de un tirón me la arranco quedándome totalmente desnudo sin poder esconder mi excitación delante de aquellos 4 machos.

El: ¡Ves como tenías ganas zorra! Mis amigos tienen ganas de que se las comas. ¡Venga va, ponte de rodillas y cómesela a los tres. Yo voy a buscar cervezas. Evidentemente que no tarde en ponerme delante de ellos y agarrar primero la polla del chico que nos había abierto la puerta. El me cogió la cabeza y me amorro a su rabo babeante. –Ufff, que rico. Si va a ser verdad que eres un buen mamón. ¡Venga cómeme la polla! Empecé a mamar con ganas. Oía a los otros susurrar mientras se la meneaban y esperaban su turno. Por lo visto estaban impacientes. Uno de ellos se levantó y se puso a mi lado de pie. Me cogió de la cabeza para hacerme sacar la polla que tenía en la boca. –¡Ahora me toca a mi perra. Chupa!- Obedecí. Note que por detrás mi cogían de los huevos y estiraban de ellos. Entonces el compañero de mi amigo me puso de nuevo a chupar su polla. Me presiono la cabeza para hacérmela tragar entera. Me retuvo ahí con su tranca hasta mi garganta. Entonces note que me agarraban de las caderas. Habían pasado segundos que ya me estaban penetrando y añado que sin mucho mimo. Más bien milésimas de segundo después de cogerme de las caderas ya tenía la tranca clavada hasta lo más profundo de mi culo. Era el chico que había conocido en el local. Gimió de gusto al metérmela. -Ufff que culito joderrr. Os va a encantar tíos. El culo de mi zorra os va a gustar más que los coños de vuestras novias.- Se rieron todos a la vez. Y uno de ellos añadió. –Si ya se ve ya. Y además este lo podemos preñar y no se va a quedar embarazado- Volvieron a reír más fuerte aún los cuatro.

Como había pasado menos de dos horas antes, el chico del local parecía ser el anfitrión y dirigía de alguna forma el cotarro. Los animaba a follarme la boca y el culo uno tras otro. Sin duda estaban disfrutando porque gemían y gemían de gusto todos. Incluso cuando les tocaba el turno de ser meros espectadores parecían disfrutar con mi imagen empalado por dos pollas frente a mi boca y otra atravesándome el culo. En más de una ocasión fue al revés. Dos me la metían por el culo mientras uno o los dos restantes me hacían tragar sus pollas de una en una turnándose mi boca.

Cuando me metían dos pollas a la vez yo gritaba de dolor a la vez que gusto. Dos pollazas en mi culo a la vez. El sueño de cualquier perra pasiva. Mientras uno la dejaba quieta prácticamente el otro me la metía y sacaba con fuerza. Me rompían por dentro, pero me daban un placer infinito difícil de describir.

Estuvieron usándome así un rato. Sin descanso para mí. Dolorido y reventado pero disfrutando como no os podéis imaginar. Cuando ya parecían cansados el chico del local dijo, -¿Chicos…le damos un baño?- Los demás casi al tiempo dijeron que sí. Además en un tono de estar encantados con la idea. ¿Un baño? Pensé. Igual ahora quieren meterme en la ducha y follarme ahí más. Pronto salí de dudas. Me cogieron y me fueron empujando hasta el baño. Una vez dentro uno dijo: -¡Venga putita, metete en la bañera!- Así lo hice. Cuando lo hice otro me mando que me pusiera de rodillas. Entonces tuve conciencia de lo que se me venía encima. Se pusieron todos frente a mí con sus pollas en la mano, no tarde en notar un chorro caliente en mi cara. –¡Abre la boca! Escuche. Lo hice. Y al tiempo note otro chorro que me llegaba de otra dirección. Me estaban meando en la cara. Al poco ya eran los cuatro chorros empapándome. Dirigían sus meadas a mi cara y boca. Efectivamente me estaban bañando de arriba abajo literalmente. Pero no de agua jabonosa. Sus meadas resbalaban por mi cuerpo como ríos. Al poco ya solo notaba tímidos chorros que se estampaban contra mi cara. Entonces el chaval del bar que casi todo el rato había llevado la iniciativa, me dio una nueva orden. –Ahora límpianos la las pollas putón- Parecía encantado de hacer de mí su zorra y orgullosamente prestarme a sus amigos. No había falta que lo dijera pero su actitud era clara en plan “Veis que puta más buena tengo. Hace lo que me da la gana”. Os confieso que creo que a mi aun me gustaba más esa idea que a él. Un macho me hacía ser suyo, y por tanto me prestaba a que me usaran y disfrutaran sus colegas. Esa idea era de lo más excitante y morbosa, y ya ni os digo estando con 4 machos delante de mí con sus rabos aun cargados.

Empecé a coger sus pollas y empezar a lamerlas y limpiárselas una tras otra. Cuando llegué a la última me agarro la cabeza y empezó a follarme la boca fuerte. Los demás empezaron a meneársela. A los pocos minutos oí que uno decía –déjame, ¡me corro!- El que me estaba taladrando la garganta me agarro la cabeza como si pasara una pelota al que estaba a punto de correrse. Sin soltarme la cabeza el otro me metió su polla en la boca y casi de inmediato note sus chorros de leche saliendo disparados hacia mi garganta. ¡Ahhhggg. Traga zorra. Trágatela toda. Traga… traga! Con cada convulsión de su cuerpo su polla soltaba un nuevo chorro de semen. Oí a otro casi gritar. –¡Pásamela que ahora lo preño yo! Así fue. Repitió la operación y me rebozo la boca de su espesa leche. Luego fue el turno de los otros dos que casi se corrieron al tiempo compartiendo mi boca. Sus dos capullos atrapados en mi boca soltando chorros de esperma que ya me resbalaba por la barbilla. Todos gemían a la vez. Me insultaban disfrutando de mi complacencia hacia ellos.

Cuando ya los cuatro se habían corrido sin que me lo ordenaran fui yo quien tome la iniciativa y fui lamiendo uno tras otro sus cuatro rabos ya casi flácidos limpiándoles hasta el más mínimo rastro de lefa. Sin duda eso les gusto. Entonces el chico, mi Amo, dijo: -Ahora córrete tú-. No esperaron a que lo hiciera. Salieron los 4 del baño mientras yo me la cascaba. Creo que fue mi paja más corta ya que me corrí casi de inmediato.

Cuando termine me pase una ducha y salí al salón. Ahí estaban los 4 aun desnudos bebiendo cerveza. Me miraron y esbozaron todos una sonrisa. Mi anfitrión me dijo, - Tomate una cerveza y relájate. ¿Aun quieres mi teléfono?... “Por supuesto que sí” conteste.

¿Os preguntareis como me sentí después? Os lo aclaro: ¡Nunca más fui Amo. Ahora soy una GRAN PUTA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario